Tres moléculas en forma de pastilla consiguen cambiar el rumbo de esta patología neurológica. Las revisiones periódicas y la vigilancia de los pacientes minimizan los efectos secundarios, no significativos si se tiene en cuenta el beneficio-riesgo, como explican los neurólogos

La Esclerosis Múltiple actualmente es la segunda causa de invalidez entre la población joven, sólo por detrás de los accidentes de tráfico. Desde hace unos años, la llegada de los nuevos tratamientos orales para la esclerosis múltiple (fingolimod, teriflunomida y dimetil fumarato) define una nueva situación en esta patología, y, a su vez, poco a poco, desbancan a los incómodos pinchazos a los que los pacientes se sometían para mantener a raya a la alteración neurológica y evitar así su progresión para tratarse. Todo esto se traduce, como se concluyó en el pasado congreso europeo de esclerosis múltiple (Ectrims por sus siglas en inglés) de Londres, en una gran mejora en la calidad de vida de las personas afectadas por esta enfermedad neurodegenerativa que altera la vida de más de dos millones de familias en todo el mundo.
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