Las personas con esclerosis múltiple tienen altos niveles de compuestos tóxicos producidos por bacterias intestinales en el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal
Según los resultados del estudio,”Metabolitos neurotóxicos bacterianos en líquido cefalorraquídeo y plasma de esclerosis múltiple“, publicado en Brain, las personas con esclerosis múltiple (EM) mostraron niveles anormalmente altos de tres moléculas, producidas por bacterias en el intestino, que se sabe que son tóxicas para las células nerviosas: p-cresol-sulfato, indoxil-sulfato y N-fenilacetilglutamina.
“Este trabajo no solo mejora nuestra comprensión del papel de la comunicación intestino-cerebro en la progresión de la enfermedad neurodegenerativa, sino que también proporciona un objetivo metabólico potencial” para desarrollar nuevas terapias para la EM, manifiestó una de las científicas, Patrizia Casaccia, MD, PhD, de la City University. de Nueva York (CUNY).
El sistema digestivo es el hogar de billones de bacterias y otros organismos diminutos, denominados colectivamente microbioma intestinal. Estos organismos desempeñan papeles importantes en la salud y la enfermedad que apenas comienzan a entenderse. Recientes investigaciones indican que el microbioma intestinal está alterado en pacientes con EM y puede contribuir a la neurogeneración, pero los componentes exactos responsables de esta comunicación intestino-cerebro siguen sin identificarse.
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Para averiguarlo, un equipo de científicos analizó el líquido cefalorraquídeo (LCR) de personas con EM recurrente-remitente, antes o después del tratamiento con dimetilfumarato (vendido como Tecfidera o genérico). El LCR es el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal.
“Nuestros hallazgos sugieren que las bacterias intestinales de los pacientes con EM producen y liberan grandes cantidades [de] p-cresol-sulfato, indoxil-sulfato y N-fenilacetilglutamina en el torrente sanguíneo, y eventualmente llegan al líquido cefalorraquídeo“, dijo Hye-Jin Park, investigador de CUNY y coautor del estudio.
Una vez que estos compuestos tóxicos ingresan al líquido cefalorraquídeo, pueden contribuir a la muerte de las células nerviosas y al daño de la vaina de mielina que se produce en la EM. Los compuestos “pueden mediar en la comunicación intestino-cerebro e inducir neurotoxicidad en la esclerosis múltiple”, escribieron los investigadores.
Análisis adicionales mostraron que los niveles de estos compuestos tóxicos tendían a ser más altos en personas con daño cerebral más profundo en las resonancias magnéticas. Los altos niveles de estos compuestos también se asociaron con niveles más altos de cadena ligera de neurofilamentos (NfL), un marcador de daño de las células nerviosas.
“La presencia de altos niveles de estos metabolitos tóxicos también se correlaciona con biomarcadores de neurodegeneración en pacientes con EM y con la capacidad de alterar la función neuronal de las células cultivadas en el laboratorio“, dijo Achilles Ntranos, MD, autor principal del estudio y profesor en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai.
El tratamiento con dimetilfumarato, que se sabe que afecta drásticamente el microbioma intestinal en pacientes con EM, redujo notablemente los niveles de estos compuestos tóxicos.