La actividad física tiene beneficios obvios y bien conocidos para el cuerpo y también beneficia la salud mental, reduciendo el estrés, los síntomas depresivos y la ansiedad
Como todo el mundo sabe, la actividad física es beneficiosa para la salud corporal, favorece una menor presión sanguínea, un menor riesgo de derrame cerebral y demencia, y una mejor estructura muscular y ósea, particularmente entre los adultos mayores. Menos conocido es que la actividad física también beneficia la salud mental, reduciendo el estrés, los síntomas depresivos y la ansiedad. Además, se ha demostrado que la actividad física también reduce el declive cognitivo relacionado con la edad, probablemente mejorando la salud cerebral al retrasar los cambios cerebrales relacionados con la edad.
Dos estudios recientes de CamCAN (Centro de envejecimiento y neurociencia de Cambridge) una de las cohortes de LifeBrain en el Reino Unido, destacan el vínculo entre la salud física y la salud cerebral. En el primer estudio [1], los informes subjetivos de una mayor actividad física diaria se asociaron con una mayor preservación de la materia blanca (fibras que conectan diferentes partes del cerebro) en las partes frontales del cerebro. Estas regiones son importantes para la planificación, la toma de decisiones y el control del comportamiento. Además, los resultados mostraron que una mejor preservación de la materia blanca dentro de estas regiones se asociaba con una mejor preservación de la velocidad cognitiva en las personas mayores. Esto demuestra la importancia de la integridad de la materia blanca para mantener la salud cognitiva hasta la vejez.
Un segundo estudio [2] exploró un factor objetivo que se beneficia de la actividad física: la salud cardiovascular, medida por la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca. Apoyando el estudio anterior, se observó una fuerte relación entre la salud cardiovascular y la materia blanca en el cerebro. Utilizando una medida global de la salud de la materia blanca (Figura 1), los individuos con una presión sanguínea sistólica más baja (el límite superior de la presión sanguínea), una frecuencia cardíaca más baja y una diferencia menor entre la presión sistólica y diastólica (el límite inferior), tendían a tener menos daño en la materia blanca. De hecho, cada uno de los factores de este estudio contribuyó de manera independiente a la salud de la materia blanca. En otras palabras, una frecuencia cardíaca elevada se asoció con una salud cerebral más deficiente que la presión arterial alta. Estos resultados destacan la importancia de los factores de riesgo cardiovascular para la salud cerebral a lo largo de la vida adulta, y sugieren que la presión arterial sistólica, la presión arterial diastólica y la frecuencia cardíaca afectan a la salud de la materia blanca a través de mecanismos separados.
Estos dos estudios respaldan las recomendaciones de salud pública sobre los beneficios de llevar un estilo de vida físicamente activo durante toda la vida, incluso hasta la vejez.

Figura 1. Ejemplo de daño en la materia blanca, que aumenta con la edad, pero disminuye con una buena salud cardiovascular. Los puntos brillantes del cerebro, resaltados en amarillo, son hiperintensidades de la materia blanca, es decir, zonas del cerebro donde el tejido ha sido dañado. Las personas con peor salud cardiovascular tienen más y mayores hiperintensidades.
Traducido del newsletter de Lifebrain. Leer el artículo en Lifebrain
Hola buenas tardes desde el Balneario San Luis, Canelones, Uruguay ??,me llamo Alicia y me diagnosticaron la EM hace 20 años.Me encanta leer todos los progresos que tienen para la Esclerosis Múltiple (la enfermedad que nuncaduerme).Gracias por poner todo lo referente a la misma y yo estoy segura que si va a salir un remedio para la misma,la ciencia ha avanzado mucho.Saludos y sigan poniendo estas informaciones, Alicia.
Hola Alicia,
Muchas gracias por tu comentario 🙂 Intentamos manteneros informaros y por supuesto, siempre con información contrastada.