La investigación básica ha descubierto conexiones sorprendentes entre la microbiota intestinal y las funciones esenciales del cuerpo, que ofrecen fascinantes perspectivas para el tratamiento de enfermedades humanas.
Laura Calvo-Barreiro y sus colegas argumentan que la modulación terapéutica de la microbiota no solo puede regular las respuestas inmunitarias periféricas sino también inducir remielinización y neuroprotección. Esta visión optimista está respaldada por los estudios en modelos animales. Por el contrario, Christopher McMurran señala que se ha descubierto que remediar la disbiosis puede mejorar la inflamación pero no la desmielinización en modelos animales. Su visión más escéptica se basa en su observación de que la modulación de la microbiota tuvo solo un impacto mínimo en la remielinización en modelos de ratones inducidos por tóxicos (lisolecitina o cuprizona).
En conjunto, existe evidencia convincente de que la modulación de la microbiota puede mejorar las respuestas autoinmunes (experimentales). También hay pruebas sólidas de que la microbiota regula las funciones neurobiológicas y microgliales a través del “eje intestino-cerebro”. Sin embargo, no está tan claro si la microbiota tiene una influencia directa en la mielinización.
¿Cuáles son los desafíos más urgentes para la investigación de la microbiota humana para impulsar el campo hacia la aplicación clínica?
En primer lugar, es necesario aumentar drásticamente el número de sujetos estudiados. Muchos estudios publicados indican que en la esclerosis múltiple (EM) existe efectivamente una “disbiosis” de la microbiota comensal. Sin embargo, la mayoría de estos estudios se basaron en cohortes relativamente pequeñas que carecen de controles rigurosos. En este sentido, el Estudio internacional del microbioma de la EM (iMSMS) da un gran paso adelante con el objetivo de recopilar una gran cantidad de muestras de personas con EM. Los miembros del hogar sirven como controles. Este gran estudio debería ayudar a caracterizar el estado de “disbiosis” que se describe de manera algo vaga en la actualidad. En segundo lugar, para identificar microbios relevantes para la enfermedad, es esencial que las bacterias candidatas se prueben para determinar su capacidad funcional de promoción de enfermedades. Esto se puede lograr, por ejemplo, con modelos de ratón gnotobiótico: la colonización de ratones libres de gérmenes propensos a autoinmunidad modificados genéticamente con microbiota de origen humano ayuda a distinguir entre bacterias promotoras de enfermedades y protectoras. La firma microbiana debería abrir nuevas puertas a la terapia racional.