La esclerosis múltiple tiene tres veces más incidencia en mujeres que en hombres, como suele ocurrir en la mayoría de enfermedades de origen autoinmune.
En la actualidad la proporción es de 3:1, y en algunos países como Suecia incluso cinco más (5:1), cuando hace unas décadas el ratio era de 2:1.
No por ello la gravedad de los síntomas que produce la enfermedad es mayor en las mujeres. En general, parece ser que el deterioro es menor que en los hombres con el mismo tiempo de evolución e igual tipo de Esclerosis Múltiple.
¿Por qué la Esclerosis Múltiple afecta más a la mujer?
Las causas exactas no se conocen todavía, pero las hipótesis que se barajan son muchas. Descubrir el porqué es una de las áreas de investigación más importante de los últimos años.
Es probable que se deba a una mayor complejidad del sistema inmunitario en las mujeres, que interacciona más y es modulado por el sistema endocrino (hormonal) femenino.
Los niveles de hormonas sexuales femeninas (los estrógenos principalmente) juegan un papel clave. Parecen ser el motivo por el cual las mujeres son más propensas a la forma Remitente Recurrente de la EM, pero en cambio tienen menor riesgo de desarrollar la forma Primaria Progresiva o de presentar síntomas cognitivos durante la edad reproductiva.
Las mujeres con Esclerosis Múltiple no ven afectada su fertilidad y, en general, muestran menos síntomas y actividad de la enfermedad durante el embarazo. El riesgo de brotes disminuye, especialmente hacia el tercer trimestre. Sin embargo, es frecuente que haya una recaída tras el parto, aunque no suele afectar al curso de la enfermedad a largo plazo.
Por otro lado, algunos estudios indican un posible empeoramiento de los síntomas de la Esclerosis Múltiple durante la fase premenstrual. Ciertos tratamientos, como el interferón, pueden causar retrasos e irregularidades en la menstruación.
También se ha planteado que las mujeres que utilizan anticonceptivos orales acusan más fatiga durante el tiempo de descanso entre tomas.
Son necesarios más estudios con un mayor número de mujeres para confirmar todas estas observaciones, pero todo apunta a que las hormonas pueden desempeñar un doble papel: predisponer a la enfermedad en primera instancia, pero una vez ésta ya se ha desarrollado, actuar también como neuroprotector. Es por ello que actualmente se están llevando a cabo una serie de ensayos clínicos para evaluar la eficacia del tratamiento hormonal en el control de la enfermedad.
La diferencia de cómo influyen los factores genéticos y ambientales en la enfermedad en función del género podría ser otra de las explicaciones de la mayor incidencia de la EM en mujeres que en hombres.
Por el momento no se han descrito diferencias genéticas entre ambos sexos, pero podría haber variaciones en la forma de expresar los diferentes genes involucrados en la Esclerosis Múltiple.
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