La terapia celular se basa en utilizar células, en lugar de fármacos u otros mecanismos, para la prevención, tratamiento o atenuación de la enfermedad.
Origen celular
Pueden ser células autólogas (del propio paciente), alogénicas (de un donante genéticamente similar, pero no idéntico) o xenogénicas (de un donante de una especie diferente al receptor).
Las células autólogas presentan una gran ventaja: al ser propias del paciente, se evita el rechazo por parte del sistema inmunitario y los consiguientes efectos adversos no deseados.
Tipo celular
Por otro lado, las células pueden ser células adultas especializadas (como las células dendríticas) o células madre (células capaces de diferenciarse en distintos tipos celulares).
Sea cual sea el origen o tipología de las células, la idea de la terapia celular es introducirlas en el cuerpo, previamente tratadas en el laboratorio según se precise, con el objetivo de regenerar las células o funciones celulares afectadas por la enfermedad.
Se trata de una estrategia terapéutica idónea para mejorar los mecanismos neuroprotectores e inducir la neuroregeneración en la Esclerosis Múltiple.
Terapia con células adultas especializadas
Nuestro cuerpo está formado por dieferentes tejidos y millones de células que proceden de una única, el zigoto, que se desarrollará en embrión y éste, a su vez, en el individuo adulto.
El zigoto tiene capacidad o “potencia” de dar lugar a cualquier tipo celular; es por tanto “totipotente”.
Por lo contrario, la mayoría de células que forman un organismo adulto han perdido esta capacidad “totipotente”, ya que se han especializado en un tipo celular concreto (neurona, célula de la piel, linfocito, etc.). Se han convertido en células adultas especializadas.
Un tipo de células adultas especializadas de interés en la terapia celular para EM son las células dendríticas o “presentadoras de antígeno”. Son células que forman parte del sistema inmune y que controlan su actividad.
¿Cómo lo hacen? Las células dendríticas (CD) tienen la capacidad de captar antígenos (proteínas que nuestro sistema inmune reconoce como extrañas) y presentarlos a los linfocitos T o B, regulando así su respuesta inmunitaria.
Por otro lado, las CD inmaduras presentan otra característica óptima que es la “plasticidad funcional”: según en el ambiente en qué se maduren, pueden crear tanto inmunidad (hacer que el sistema inmune ataque) como tolerancia (regular la respuesta del sistema inmune para que no ataque). Se convertirían por tanto en CD inmunogénicas o CD reguladoras, respectivamente, como se muestra en la siguiente imagen.
El proyecto “Terapia de tolerancia inmune antígeno específica con células dendríticas”, que se está llevando a cabo actualmente en el IDIBAPS / Hospital Clínic de Barcelona, basa su investigación en la maduración en un ambiente tolerogénico en el laboratorio de CD inmaduras (obtenidas a partir de la diferenciación de monocitos extraídos de la sangre del paciente), para obtener CD tolerogénicas o reguladoras. Después, se las trata con proteínas de la mielina y se administran por vía intravenosa al paciente, para “reeducar” o inducir tolerancia hacia la mielina al resto del sistema inmunitario.
Este proceso de tolerización es la clave para que el sistema inmunitario deje de reconocer la mielina como extraña y de atacarla.
El objetivo de esta terapia es modular las defensas del paciente de un modo específico y selectivo, para prevenir o frenar la inflamación causada por los linfocitos T antígeno específicos, sin alterar el resto de defensas, de forma que se disminuyen los efectos secundarios adversos.
Otro ejemplo de estudio que utiliza las células dendríticas como terapia celular es el llevado a cabo en el Hospital Germans Trias i Pujol, que a diferencia del anterior, trata las CD con vitamina D3.
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