Un estudio de la Universidad de Vermont muestra que el impacto de la microbiota intestinal en esclerosis múltiple puede depender de la predisposición genética
Un estudio reciente muestra que la presencia de una bacteria intestinal ampliamente utilizada en probióticos, llamada Lactobacillus reuteri (L. reuteri), fue suficiente para aumentar la gravedad de la enfermedad en un modelo de ratón de esclerosis múltiple (EM), pero solo en animales genéticamente susceptibles.
Estos hallazgos destacan las complejas interacciones entre la microbiota intestinal y los antecedentes genéticos para impulsar la susceptibilidad a la esclerosis múltiple. También pueden explicar los informes contradictorios sobre las funciones antiinflamatorias o proinflamatorias de especies específicas de la microbiota intestinal.
Los investigadores dicen que los resultados del estudio también sugieren que las estrategias terapéuticas dirigidas a la microbiota intestinal en la EM, algunas de las cuales ya están en marcha, deberían considerar la genética del huésped y la microbiota intestinal preexistente.
“Nuestras bacterias intestinales son parte de un ecosistema complejo que tiene un gran potencial para la prevención, el tratamiento y / o el diagnóstico de enfermedades crónicas“, comenta Dimitry Krementsov, PhD, autor principal del estudio y profesor asistente en el departamento de ciencias biomédicas y de la salud en la Universidad de Vermont.
“Sin embargo, muchos científicos están estudiando esto con un enfoque único para todos, y nuestra investigación sugiere que es poco probable que funcione, se necesita un enfoque más personalizado”, agrega Krementsov.
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El estudio, “Las interacciones entre la genética del huésped y la microbiota intestinal determinan la susceptibilidad a la autoinmunidad del SNC”, se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
La microbiota intestinal comprende la vasta comunidad de bacterias, hongos y virus amigables que colonizan el tracto gastrointestinal. Esta comunidad ayuda a mantener una función intestinal equilibrada y protege contra los microorganismos que causan enfermedades. También influye en el sistema inmunológico del huésped y en las respuestas inflamatorias.
Cada vez hay más pruebas que respaldan la microbiota intestinal como un factor importante que contribuye al desarrollo o la gravedad de la esclerosis múltiple, y los pacientes con EM muestran un desequilibrio de la microbiota intestinal hacia los microbios proinflamatorios.
Por lo tanto, la manipulación de la microbiota intestinal, ya sea a través de antibióticos o probióticos, puede promover beneficios terapéuticos en pacientes con EM. Es de destacar que los probióticos, que se encuentran en el yogur y los suplementos dietéticos, son microorganismos vivos que se cree que mejoran la salud intestinal.
Actualmente se están centrando esfuerzos considerables en el desarrollo de tales estrategias.
“Sin embargo, la identidad de los microbios intestinales asociados con el riesgo de enfermedad, sus mecanismos de acción y las interacciones con la genética del huésped siguen siendo oscuros”, escriben los investigadores, señalando que el impacto de la variación genética natural del huésped “se ha pasado por alto en gran medida“.
Ahora, investigadores de la Universidad de Vermont, junto con colegas de EE. UU. y Alemania, demuestran que determinadas bacterias intestinales pueden ser “buenas” o “malas” para la EM, según los antecedentes genéticos del huésped.
El equipo utilizó dos cepas de ratón genéticamente distintas que se sabe que tienen diferentes susceptibilidades: la encefalomielitis autoinmune experimental o EAE, un modelo de ratón de autoinmunidad similar a la EM, y un modelo de ratón genéticamente diverso que representa 27 cepas únicas con antecedentes genéticos mixtos. Es de destacar que una cepa es un grupo de ratones en el que todos son tan genéticamente idénticos como sea posible.
Cada una de estas cepas mixtas, llamadas cepas consómicas y que se utilizan a menudo en estudios genéticos, contenía solo un cromosoma particular de la cepa resistente a EAE, y el genoma restante se derivaba de la cepa susceptible a EAE.
Con esta variabilidad genética entre las cepas, los investigadores tenían más probabilidades de identificar las posibles interacciones genéticas de la microbiota intestinal detrás de la susceptibilidad a la EM.
De hecho, este enfoque destacó la presencia de perfiles de microbiota intestinal específicos de diferentes antecedentes genéticos, lo que confirma una asociación entre la diversidad genética y del microbioma intestinal. También se encontró que la composición de la microbiota intestinal predice la susceptibilidad a EAE en estos ratones.
Para sorpresa de los investigadores, los experimentos de manipulación de la microbiota intestinal mostraron que la EAE era significativamente más grave en ratones susceptibles a EAE libres de gérmenes cuando su intestino fue colonizado con microbiota intestinal de ratones resistentes a EAE que de ratones susceptibles a EAE.
Un análisis más detallado identificó a L. reuteri como el posible culpable del agravamiento observado de la EAE en ratones susceptibles. L. reuteri es una bacteria presente en el intestino humano y de ratón y se utiliza en probióticos debido a sus posibles efectos beneficiosos.
“Estos datos ilustran el potencial de L. reuteri para sesgar los repertorios de células inmunes del huésped a pro o antiinflamatorios de una manera dependiente del contexto, según la influencia de la ventana de exposición, la genética del huésped y el ecosistema del microbioma dentro del cual reside“, escribe el equipo de investigadores.
“Concluimos que la predisposición genética juega un papel principal en el establecimiento de la ‘línea de base mínima’ requerida de susceptibilidad a la EM, mientras que la microbiota intestinal juega un papel secundario en la modulación de esta susceptibilidad, posiblemente inclinando la escala por encima o por debajo”
Leer articulo original en MS Today
Impact of Gut Microbiota in MS More Complex Than Thought, Study Shows
La pregunta podría ser: ¿Porque en vez de experimentar con ratones, no analizan las colonias de bacterias en las heces de varios grupos de personas aquejadas de Esclerosis Múltiple con diferente afectación y no identifican tipologías y cantidades de bacterias más susceptibles de promover el avance o parada de la enfermedad?.
Hay estudios desde hace años, en los que se advierte que el transplante fecal ha mejorado el transcurso de la enfermedad.